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Happy Birthday Charles

Si caminas por Roma come un gran plato de Spaghetti a la carbonara. ¿O como es que era el dicho? Al lugar donde fueres haz lo que vieres. Por eso, bajo los cambiantes vientos californianos, comencé a leer a Buckosky. Este señor es del tipo  que pone el camino fácil a las feministas para que lo detesten, y es que no hay mucho de complejo en su obra; mucho pito, mucha zorra y sinfín de  anécdotas bruscas, sin embargo hay algo que te invita como si te alimentara. Tal vez es esa franqueza que ya no te encuentras ni abajo del arco iris, ese decirle a las cosas por su nombre, ese sarcasmo bien intencionado para acciones mal intencionadas. Estoy tomando la línea roja del tren rumbo a North Hollywood y convierto al «Genio de la multitud» en mi poema favorito.  

A los hombres les encanta asegurar que nos gustan los chicos malos, es su excusa perfecta para precaver su idiotez, tendríamos que verificar esa definición de «maldad», pero por lo pronto y por mi parte a mi me enloquecen, un segundo, antes de que me consideren tonta, quiero aclarar que mi amor es del tipo esotérico. Me gusta sentarme a estudiarlos, cantarlos (mencioné que tengo un crush con Jonny Cash?) y por supuesto leerlos. Los tipos rudos son buenos para la imaginación y te llenan el alma de ese no se qué que jamás aceptarías desear en voz alta. No culpo a las mujeres que se acuestan con ellos, pero yo los prefiero solo si vienen empastados.

Mi querido Charles (porque se volvió querido) escribió que prefería a los pervertidos que a los santos, y yo también, mientras tengan sentido del humor. Pensé en traer flores blancas a su lápida en San Pedro pero estoy segura que desde donde esta escupiría y me gritaría algo como: «Damn it woman, Who the hell you think I am? A fuckin moon!?» así que será un poco de whisky y tal vez un par de cigarros.

Tengo la sutil costumbre a enamorarme de hombres buenos de esos que no tienen nada que ver con el hombre del párrafo anterior, ese prototipo bien educado que podría darme un buen futuro, que son nobles, material de esposo y padre,  que no sueñan despiertos como yo, que mas bien son realistas y tienen los pies en la tierra. Por algún error en la ecuación son estos mismos caballeros los que me han hecho sentir que no encajo, que no soy suficiente y son ellos casualmente a quienes agradezco por sentir a veces tanta soledad. La realidad es que comprendí que no te necesitan y no tienen pudor en que puedas darte cuenta. Ayer un hombre tatuado de pies a cabeza y con aspecto de violador ex convicto me ofreció un pañuelo mientras lloraba en una parada de autobús. Me recordó a Charles y al contraste con ese par de hombres admirables que no volveré a buscar. Solo por esa terrible contradicción decidí publicar esto.

Ps: «Some women are delicate things Some women are delicious and wondrous. If you want to piss on the sun go ahead but please leave them alone.» – Charles Bukowski

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