Diarios

La realidad quema, como la luz, el fuego & esas llamas oportunas.

Un mundo entero vive en mi cabeza. Un mundo donde fuimos felices, donde para cada dolor hubo besos de reconciliación. En mi cabeza nos sentamos en un café y te hable de lo que era el amor, de como nunca lo reconociste. Te hable de la mujer que deberías buscar y te dabas cuenta que era yo.

Conversaciones pendientes donde te explico que amar es tomar con una mano tu corazón que sangra y con la otra es abrir la puerta y acto seguido deslizarla en señal de pacífica despedida. En mi cabeza te arrepientes, en mi cabeza vuelves y puedo darme el lujo de gritar y sacar todo lo que guardé. Todo esto es una mala costumbre de hacer historias en mi cabeza. Sin embargo, últimamente la realidad me gusta, es tranquila y tiene sabor a mojitos al lado de la playa.

En mi cabeza me gustabas para todo, en mi realidad no me serviste para nada. En mi cabeza aún no te perdono, aún te imagino. En mi realidad todo es más bonito, ya no haces falta, en mi realidad ya no me pongo la almohada en la cara para gritar. Ahora corro y canto mientras corro, y doy gracias. En mi cabeza y en mi realidad aún eres lo primero que suspiro cuando despierto. Pero a medida que el día prosigue se diferenciar mi cabeza de mi realidad. Y sin miedo a equivocarme puedo jurarte, yo que no acostumbro jurar en vano, que me quedo con mi realidad, esa donde tú ya no tienes lugar, esa donde tú ya no llamas y jamás pedirás una disculpa, esa donde yo no hago más que repetirme que me quiero suficiente para no dejarte regresar, me quedo con mi realidad. Porque el libro que existe en mi cabeza más pronto que tarde tendrá un final, en cambio mi realidad me abriga por las noches.

Cada dolor que provocaste por inmadurez o irracional y natural humanidad, todo te pasará factura. No hay evasión de impuestos en estos asuntos, pero yo que no almacenó malos deseos, rezo para que no te duela tanto como a mí.

 Ps: ¿Saben que es lo único rescatable de esta historia? Que después de un año desde que lo conocí por fin me siento libre de las historias en mi cabeza, de las expectativas, de las falsas esperanzas que me desayunaba. Estoy abrazando la realidad y me gusta. Está medio áspera y huele raro pero me abraza de vuelta.

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