Esclavos del Nutriologo, del terapeuta, de las buenas noticias que nos dan los pocos noticieros de los escasos canales de televisión sobrevivientes a la modernidad.
Esclavos de las comparaciones, de la vida saludable, de la perfección alcanzable que inyectan desconocidos en nuestra confiable comunidad virtual.
Esclavas las mujeres, a desvivir por la lucha de querer igualarse, un; “claro, lo merecen” por respuesta de hombres esclavos que siguen con sus cosas, prisioneros a su propia lucha que gobierna el mundo.
Esclavos de la ilusión a una libertad continua, a no debernos a nadie. A no debernos a nadie; como si nuestra mera existencia fuera por cuestión casualidad.
Esclavos todos. Los ricos, los pobres y los que quedamos en medio. Esclavo el primer mundo y mucho más esclavo el tercero.
Esclavos novedosos de una pandemia mundial, de una extraña enfermedad de mierda que nos arranca a los que amamos, esclavos del miedo, del infortunio de no tener dominio sobre lo ajeno y lo nuestro.
Esclavos de ojos vendados que se aterran de la libertad. Esclavos.
PS: Estoy de vuelta.
