Estoy reconsiderando el término “whore”, sí. Estoy reconsiderando su significado y todos sus sinónimos; zorra, golfa, piruja, fácil, slut, hooker. Todas las mujeres hemos sido llamadas así más de una vez (tal vez no todas), por hombres desconocidos, cercanos, ex novios, el amigo del amigo, en escenarios aun más tristes hasta por otras mujeres. Perdón de antemano por traer esto del abuso de sinónimos tan de moda ¿Pueden notar que estoy leyendo a Saramago? Volviendo al tema, la gran mayoría de nosotras hemos sido aclamadas con esa cochina palabra. Las razones no las voy a enumerar porque me dolerían los dedos, y el tema para ser más honesta, es que hoy amanecí preguntándome porque me siento como una, entonces ya con ese dolor tengo para rato.
Desperté sintiéndome una zorra y no, no me fui a la cama con nadie ayer. Sin embargo últimamente, he tomado un par o tal vez un poquito más de un par de malas decisiones. Si su morbo está esperando impacientemente que deje caer aquí un par de pecados para explicarme mejor, pues sigan leyendo, lo haré, y para aliviar su bella curiosidad tomare prestadas palabras de Nietzsche, porque creo que ningún filosofo tuvo la habilidad de ser más brutal adornando estéticamente palabras crueles, y eso es lo que hacemos siempre cuando sentimos culpa, tratar de adornar los pecados. Les cuento: Llevo mal usando una “Sensualidad cruelmente desplazada” y he sido “astuta (con excepción a un taradete con el que el juego no me salió) ante la sexualidad masculina.” He adquirido con algo de destreza “El carácter de un gato: el depredador disfrazado de animal domestico.” En fin, traduciendo, me he usado a mí misma. Y el problema no es porque, el problema es por quien. Aquí viene el más doloroso de los secretos: Me volví una adicta. Adicta al sentimiento de tener algo que te hace sentir increíblemente lleno en pequeñas dosis, cinco minutos de cielo y horas lentas e incontables de espera hasta que volvía a tenerlo. Me volví adicta a la auto-destrucción, porque todos sabemos que el único propósito de las drogas es ese, robarte todo lo que amas, empezando por tu amor propio.
Desperté temblando y con el ego roto, porque no era amor, era ego. Tal vez al principio era amor, después se convirtió en una competencia, en un juego que no estaba dispuesta a abandonar. Y que como pueden adivinar, perdí.
Que un hombre no te quiera no es el fin del mundo, que traigas a tu cama el fin del mundo porque un hombre no te quiere te cuento con modesta experiencia, puede ser el principio del fin de tu amor propio. Una adicción de la que no te vas a salvar de tocar fondo, pero de tocar fondo se aprende.
¿En qué momento dejé mal cerrado el grifo de mi auto respeto y empecé a perderle tan de gotita en gotita al punto de amanecer así. Con cicatrices en el autoestima y un reflejo en el espejo donde ya no estaba yo?
Pero esas malas decisiones no me definen, me niego a que esas actitudes parcialmente nuevas en mi estilo de vida me definan. Estas crudas morales no me definen. Soy una adicta en recuperación, pero no soy una zorra, caso cerrado.
PS para mi niña interior:
Menuda pataleta montaste querida, te has tirado al piso, has gritado, tenido ataques de ansiedad y tan curiosa, sin una sola lagrima. Fuiste caprichosa, egoísta e imprudente, no sé que estabas pensado. Tu pelo se ve terrible y lo siento pero se acabó el ayuno. Ya, ven que te abrazo. Perdón, yo tengo la culpa de todo, te conté cuentos que te hicieron feliz y no te repetí lo suficiente que tan solo cuentos eran. Te dejé que durmieras con el monstruo que estaba debajo de la cama, ese que salía cuando tenía hambre de niñas tiernas y frágiles como tú, no te advertí de juguetes que no debías tocar y me harte de compararte con otras chicas más monas y menos liadas. Me olvide de ti y mira como terminamos. Hush, hush… tranquila, las dos estamos muertas de miedo, pero no te preocupes, nos tenemos.

No eres una zorra, ninguna mujer que se atreve a vivir su sensualidad lo es, esos adjetivos son imposiciones y están sujetos a la moral que nos han inculcado, pero a fin de cuentas, ¿qué es la moral? el problema más grande está cuando las mismas mujeres calificamos a otras como zorras, putas, blah blah… como si ser mujer fuera un pecado.
Debemos de entender que ejercer nuestar sexualidad no es sinónimo DE NADA.
Del amor y el respeto propio, hay que quitarnos esos estigmas , roles y
calificativos que nos ponen en la cultura del «slut shame» (a la que me rehúso a pertenecer) y enfocarnos en rofrozar eso, el respeto y amor propio, que sean estos la plataforma y a partir de ahí permitirnos ser plenas, felices y sin miedo a vivirnos como mujeres.
Me gustaLe gusta a 1 persona